Frente al mundo imprimo estas
letras en el sol, para que se
conserven para siempre, para
que al mirarlas se llenen
de esperanzas, para que sean
ellas y no yo, las que hagan
posible que se transformen
los líquidos y las masas en pan,
y que todos podamos tenerlos
en nuestras manos.
Que en la mesa, siempre surja
la abundancia, que nazca
la riza y corra la armonía
entre el manto.
Deseo que los días sean música,
que las noches sean versos,
que todo esté adornado
de flores, y que el perfume
siempre sea primaveral,
o quizás de otoño.
Que nada ni nadie distubie,
que se ingenie la felicidad,
que la vida surja a cada
instante.
Persigo que podamos dar siempre
lo mejor, que repartamos parte de
lo que se nos da, y que podamos
acercar nuestros corazones
a cada una de las almas, para
que solo la paz nos acaricie
a todos.
Herman Pilier Báez
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