viernes, 5 de diciembre de 2014
ÁRBOLES CAMINANTES.
Somos árboles caminantes,
mi hijo y yo
(mi padre y yo).
Hubo un tiempo pretendido,
entre paredes
y risas
y llantos
y pobrezas
y proyectos,
en que quisimos abonar el suelo
y acunar raíces regando méritos;
mi hijo y yo
(mi padre y yo).
… Y fuimos,
de llamada en llamada,
de terreno en terreno,
esperando la calma,
la fiebre,
el despacho
donde alguien nos escuchara,
donde alguien acunara
nuestro sueño…
El sueño de mi hijo y mío
(el sueño mío y de mi padre).
Ahora,
por algún tiempo,
esperaremos,
andando,
que llegue el día del término,
que la senda finalice
y que acaben
las miradas de la gente,
tras las puertas de sus casas
a estos dos caminantes árboles,
que lloran
y ríen
en cada esquina,
en cada oreja,
en cada miseria
que encuentran en su camino
un padre con su hijo
(un hijo con su padre).
Julio García del Río
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