¿Qué terror es éste, enraizado en la escritura
como oficio y deber, como espinas en la niebla de marzo
que ella no puede quitar y sin embargo canta?
La dulzura de la fe en las palabras que escapan
de su cárcel es semejante a nuestra supervivencia
en esta ciudad sin ángeles.
Vendrá el sol como siempre, a romperse frente
a mi asombro y vendrá la noche como una hilera
infatigable de hormigas.
Y cerraré este cuaderno, y soñaré con árboles
rugosos pero sin heridas.
Y con la clemencia de la luz.
Del libro Bote negro de PAULINA VINDERMAN -Argentina-
Seleccionado por Rolando Revagliatti
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