Lamparitas de fuego cruzado
que cuelgan del techo,
globos que flotan y flotan
sin saber hacia donde dirigirse,
especulaciones de futuro,
sin pasado y sin presente,
los ánimos altos, la gloria de Dios
en todos los encabezamientos...
En base a los giros,
las parejas duermen su sueño de baile,
de sexo,
de ser cada uno,
sin ser,
sin vuelta,
sin descanso,
sin esa desazón que produce
el viento en el rostro,
la piedra en los pies
y el cinturón que nos ahoga.
No contemplamos el día
que nos ha traido la fatalidad,
que nos ha traido el viento,
la noche,
las lamparitas de fuego cruzado
y el sexo...,
caminamos en agudo,
al compás del baile triste
de la muerte
y siempre,
cuando nos es posible,
a velocidad de crucero...
Julio García del Río
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