Tiene tu fe
sangre sedienta de vírgenes,
ángeles de artillería
y luz amotinada.
Tienes la sonrisa cenicienta
de tu abuela Magda, tersa y lisa.
Tus pies siempre caben preocupados
hacia calle jacarandás.
Tu presientes el usufructo
en otros,
algas que hay en tu mar sentido de motivos.
Crees que el silencio es un átomo
que de repente estalla
en palabra pura, sin decir nada.
La indemne ansiedad que se halla
en el compromiso hacia otros.
Olvidas que no todo es para siempre.
Olvidas que en ti hay leyes establecidas
por la naturaleza
y por
el designio divino.
Tu quieres huir del silente anhelo
y dejar el dolor bajo llave cada día.
Deseas arder en el carbón enlutado del miedo,
aunque siempre te duermes
con la rodilla dolida de tu pensamiento en creces.
!Quieres que el frío tenga la camisa
planchada con tu sonrisa imberbe!
Pero... La vida no siempre está pensada,
hacia adelante hay heridas
y sueños indigestados
de tragedia
a los que no podemos renunciar.
El justo combate que hace bodega
y pena; ver la piedra del error
con anteojos mal heridos.
Aunque el amor nos da todo,
aunque al final quedamos solitarios
pensantes y heridos.
!Olvidas amiga!
¿Que darlo todo es quedarse con las manos vacías?
En ti hay propiedad
y años con pirámides
y estaturas de violeta vertical,
tu linaje azteca.
Sirena azul de agabe y obsidiana.
Yo he sentido el auge dispuesto de tu tierra comitiva sembrada
con sudor
y cuchillos podando el porvenir.
Así he visto y he sentido
lo mesurado de tu gente linda y apasionada.
El justo combate de estar entre picante,
mariachis y buenaventura realidad.
En Rosarito (Tijuana) camine escribí versos de frío
y espuma
y llore el trigo distante de mi tierra (jaco Costa Rica).
En el DF (zócalo ) sentí huellas de destinos,
voces cantando al arte
y la hermosura abrigada dentro
de cada iglesia con oro y antaño exquisito.
Aún manchado de asombro pase por Teotihuacán
ve y la gloria de Cuauhtémoc
ardiendo todavía sus pies intactos en oro macizo.
Ve y como el olvido no pasa por tu gente.
Y su recuerdo es diamante en la mejilla
del prójimo que le bendice.
Soñé y desperté y ate un peplo
de verso
y manta de luna asombrada.
Y a ciertas penas le ofrecí mi paraguas
de ocaso indeciso.
Es mi entonces que torno a sílabas olvidadas
y al viento que hace trenzas
en el parque a cinco pesos.
Es esta historia amiga que lleva fruta soñolienta
y mensajes endeble de palpito singular.
La fiebre desprovista
que hace vestido y fulgor (amiga).
El destino que nos espera con su carta retrasada
en meseta y dirección vacante.
Belén Aguilar Salas -Costa Rica-
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