Vio la luz el número 137 de la revista digital Minatura, dedicada a la ciencia ficción, la fantasía y el terror. En ella colaboro habitualmente, como en este caso, con varios relatos:
NOTA DEL EDITOR Ricardo Acevedo:
El término (paranormal) fue acuñado por el psicólogo Max Dessoir (1867-1947) en Alemania en 1889 y recogido por el investigador psíquico Emile Boirac (1851-1917) y se utiliza para referirse a ''todos los fenómenos producidos en los seres vivos, o como resultado de su acción, lo que hace no parece capaz de ser explicado en su totalidad por las ya conocidas leyes naturales y las fuerzas”, según Boirac, el término ''psíquica'' no es satisfactorio, ya que es sinónimo de ''mental'".
El prefijo ''para'' indica que se trata de excepcional, fenómenos paradójicos anormales. El término tuvo alguna aceptación en Alemania durante el establecimiento de la investigación psíquica.
El hombre tiene un arma muy efectiva: La clasificación en ella encerramos todo lo que escapa a nuestros límites y terrores que solo podemos captar con suave erizamiento en la nuca o simplemente mirar a otro lado cuando un gato parece asustado con algo que no podemos ver en una esquina de la habitación.
Todo creador a soñado con vender su alma a Barbas, demonio de los mecanismos. Creamos el código morse para comunicarnos con el más allá o el radar para captar lo invisible. El propio Edison reconoció que trabajaba en una máquina para comunicarnos con otras esferas y se dice que uno de los motivos de sus rencores con Tesla es que este estaba muy cerca de construir la caja espíritu un instrumento capaz de traducir las ondas electromagnéticas en voces humanas.
Obsesionados con las predicciones y con conocer lo que acontecerá tendremos que recurrir a la Phillohodormacia (Phyllorhodomancy) de los antiguos griegos los cuales según el ruido y el olor que producen los pétalos de las flores así serán cumplidos sus deseos… o no.
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