Mano a mano,
serenamente discordante,
insufrible,
sudando o menguando caricias.
De una mano a otra,
tus gestos, o los de nadie.
Sangre en los labios,
cruce o carreteras al borde de los huesos.
Tierna marea.
Mano a mano,
timidamente una gaviota,
una pregunta en la trinchera
del beso,
de la lengua.
De la palabra.
Entre el musculo y la carne temerosa
de escapar los gemidos.
Entre romper la fisura de un encuentro.
Mano a mano,
invisible mortal,
latente.
Como el tiempo.
ISABEL REZMO
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