Las aguas muerden las orillas de la sangre y avanzan los cadáveres.
(¿Quién ejerce su dominio en las noticias del ombligo, en el cosmético
Instituido en la sed?) —Digamos que hay radares en los opuestos,
en el chile verde y la mostaza, digamos que hay antenas inteligentes,
no como los ojos sombríos de los bueyes, claro.
Dos peces a full color en el tren del aliento, en la orgía que sostienen
las infinitas partículas del planisferio;
y así, tardío en el fango, los bozales implacables en la boca. Los ámbitos
indescifrables del nosotros: la voz sorda como una oración en silencio.
Después de todo, siempre somos la sombra miserable de la orilla,
(vos, poesía, que te convertís en mi libertad posible.)
André Cruchaga
Publicado en la revista deliteraturayalgomas
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