Nada significa tu rostro, tu cuerpo,
el camino.
Nada significa quedarme por una vez
por unos años
esas criaturas santas o no santas,
darse, recomponerse,
pervertirse, beatificarse,
todos los colores en los matices,
los rascacielos, la bahía,
los suburbios.
Entrar en ti y salir en las embestidas nocturnas,
dirigirse con una luciérnaga
y aplastarla,
entrar y estudiar tu cerebro
mi cerebro,
todos los cerebros
al borde de otra dimensión.
Casi fúnebre, casi teatral,
despegar una sonrisa,
dejar de observar,
inmovilizarme,
lanzarse al vacío y sobrevivir
desmontando el fuego,
corretear hasta la pantalla
del cuarto angulando el dedo
ligeramente.
Nada significa al borde,
nada significa: nada significa.
Himnos y vientres,
seis mil años luz,
tu sombra arrastrándose de manos
de una muñeca, de la otra mano
mientras te violenta un desconocido en la noche.
JUAN CARLOS VÁSQUEZ
Publicado en la revista La náusea
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