Te observo frente a mí, mas tu mirada
flota en el aire, sin destino fijo.
Me aflora una erupción de regocijo
con dinámica de hambre y llamarada.
No sé qué o a quién buscas, confinada
a tu islote invisible; no corrijo
mi objetivo visual, ni me dirijo
a otro punto. Detesto la escapada.
Espero que tu vista me detecte,
y tu espíritu, al fin, se interconecte
con el que en tal manera has sacudido.
De pronto atisbo tímida sonrisa,
y tu mirada, mía ya, me avisa
de que la conexión se ha establecido.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -In memoriam-
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