viernes, 10 de octubre de 2014

BELÉN VIVÍA AJENA


Entretanto Belén vivía ajena a estas preocupaciones, su mente quedó limpia, algo le soltó el lazo que suavemente mantenía atado su corazón, tomó fuerzas para intentar volar libremente.
¡Que extraña sensación!. En su mente Andrés, por momentos había aplazado sus proyectos. De repente miró aquella luna, quiso convertirla en su consejera, algo le transmitió al oído regalando serenidad a su espíritu, el alma quedaba limpia desapareciendo por un instante ese sentimiento de fidelidad que le ataba a Andrés. Levantó las alas al vuelo, aires de libertad que invadían su espíritu, recobró su condición de mujer soltera regresando al grupo, fue entonces cuando se identificó con aquel ambiente inmiscuyéndose mucho más en aquella picardía para darle otros fines haciendo distintas las conversaciones. Juegos de palabras mezclados con miradas cargadas de intenciones hacían que se buscasen unos a otros, ojos expresivos que lanzaban dardos, flechas que Cupido hubiese querido aprovechar.
Todo iba encaminado a disfrutar y tras un momento dubitativo unos ojos la detuvieron, una nueva sensación llenó su mente, la razón desapareció de manera fulminante, en su lugar nació un hechizo, la luna volvió a enredarse en Belén y la hipnotizó con aquella mirada. En un segundo se encendieron sus rostros iluminando sus pensamientos. El silencio lo decía todo, sonrisas sin aspavientos que significaban más que cualquier palabra, el embrujo funcionó y la luna se retiró tras su manto en la noche.
Lograron acercar sus cuerpos sin necesidad de mover el pensamiento, Javier quiso verse a través de Belén e hizo uso de todos sus recursos para demostrarse que en su manera de pensar eran muy parecidos. Algo más joven que ella pero de espíritu bastante despierto, había adquirido gran madurez, rebosaba talante mezclando simpatía con capacidad de juicio. Belén se sentía a gusto, una situación de bienestar que le proporcionaba calor, fuego que aviva la llama que enciende el corazón, lo hace latir mas rápido y mas fuerte. Sevilla volvía a tener ese color especial que embruja y ese olor que le había impregnado el alma, ya su mundo se llenó de alegría y le desenredó la mente, deshaciendo la maraña que le provocaba aquel enfrentamiento de amores.
Comenzaba un paréntesis en su vida que, al regresar a Madrid, no sabia si podría ser un principio, un final o la consecuencia de un escarceo amoroso. Aquellos ojos disiparon sus miedos, entonces decidió suspirar con ellos mientras durase, transmitiendo serenidad. Las dudas se diluyeron, junto a una copa, mezcladas con palabras que encendían la noche,. El camino ya estaba marcado y el destino final se iba alejando a pasos agigantados. Vivir el momento y disfrutar el presente para que el futuro, si viniese con sorpresas, te encontrase con la moral alta y la mochila cargada de emociones.
El tren del destino la devolvía a su ciudad, algo que quemaba muy dentro dejando su mente volar con aires de Andalucia, Javier le hizo suspirar consiguiendo hacerse un hueco en su agitado corazón, por el que pugnaba ese amor recién nacido de Andrés y el salero innato de la juventud sevillana.

MIGUEL URBANO PERALVAREZ.

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