Qué escalofrío
cuando emprendes un viaje,
cuando los versos son malos,
cuando el suicidio es tu arma,
yo aviso al cielo,
cuestión de grados,
sobrepujo con mi pobre crédito
convertido en un estrafalario volátil,
no piensen que me rindo
es que no quiero hacer heridas
en un alma que zozobra esperanza,
¡lastima me daría
quien adherido a tu corazón
te rompiera el alma!
rigor en mi descenso de cordura,
es necesario averiguar
si estoy herido,
si la dueña de mi sueño
se separará de mi hasta
que haya muerto,
aflicción de esta mañana
asediándome el respiro,
tiemblo de alegría
divago como un filosofo
desvanecida mi etimología,
deshaceros de un muerto
y dadme la mitad
de quien se acuerde,
cubridme con el final de un libro
y preciso será que tú me recuerdes,
¡tengo el privilegio
de usurpar con mi muerte
la esperanza estoica!
marchan envenenadas
solo las palabras,
el sentimiento y los deseos,
separados como tu quieres
fieros proclaman mi alegría,
¡imperdonable
si no hubiera llegado
tu amor a mi vida!
atrás baila
todo un derecho universal,
a ti no te conoce nadie,
solo yo se
que ocultas bajo tu blusa
la respuesta al desorden
de mi corazón,
¡levántate cuando ya no esté
y arrebata a la luz
el preludio de tu felicidad!
oblígate a encender
tu apagada lámpara,
avanza sin desamparo
cierra los ojos para oír
un cielo ensordecedor
que rueda al lado tuyo
y será tu cáliz de oro.
Manuel Vílchez García de Garss
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