Aquella carrera,
hacia el hueco de tus brazos,
volando sin alas,
sobre el mar de tu piel.
Escalando sin miedo,
la cima de tus ojos,
plantando la bandera
de mi beso en tus labios,
para caer, en sueños,
golpeando el colchón,
dejando el cuerpo laxo,
amargamente sorprendido,
al despertarse solo.
Mabel Escribano
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