Un compañero de trabajo rompió
una silla de madera contra un armario.
La silla era vieja.
Mi compañero de trabajo,
los fines de semana
subía a un pajar de su casa,
se hacía siete u ocho porros de marihuana
y se los fumaba a medias con su mujer.
Eso sí, él siempre llevaba la mejor parte.
todos los fines de semana.
El día que rompió la silla
y abolló la puerta del armario
en dónde descansaban
expedientes procesados y archivados,
era lunes.
Yo no me asusté,
le dije que antes de disparar, preguntara
y que la silla no era de las de marca
ni de las caras,
de esas de chippendale que solo sirven de adorno.
Aunque ya no nos podríamos sentar en ella,
le dije.
Quizás no lo supiera.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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