Tus ojos me hablaron
aquella noche de tormenta
tranquilizando mi mente asustada.
La luz del rayo iluminó
el oscuro salón dando vida
a las sillas y a las figuras de cerámica.
Después siguió el ruido del trueno
que sobresaltó a los pájaros
que dormían en el viejo limonero.
Entre todo este ruido tus ojos,
tus ojos negros hablándome seguían
y tu mensaje no entendía.
Fuera la lluvia caía con fuerza,
con mucha fuerza, anegando las calles,
inundando los garajes.
Y tus ojos negros no callaban
porque necesitabas gritar
y huir de tu terrible soledad.
Todo quedó a oscuras
tras un nuevo rayo
que fundió las farolas.
Ahora ya no siento tus ojos negros,
al fin enmudecieron
y me dejaron totalmente solo.
JOSÉ LUIS RUBIO
No hay comentarios:
Publicar un comentario