La bailarina está preparada,
preparada para bailar
para bailar sobre un lecho
sobre un lecho de rosas
de rosas que amortiguan
que amortiguan su taconeo.
Baila la bailarina en silencio
en silencio porque las rosas absorben
absorben los golpes rítmicos que sus pies
que sus pies marcan sobre el suelo
sobre el suelo que vibra agitadamente.
Me gusta ese baile silencioso
silencioso pero emocionante
donde las rosas ponen la fragancia
que controla la fuerza de los golpes
que van dando continuidad
al ritmo que nunca acaba.
Cuanto daría por ser la bailarina
sentir bajo mis pies la suavidad
de las rosas frescas y el ritmo
de la danza correr por mi cuerpo.
Del libro Los que danzan con el color de
JOSÈ LUIS RUBIO
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