Entre calles y callejones, caminaba solitario, pensativo.
Me acompañaba el frío metálico de la noche, sin estrellas.
Sequé lágrimas, apaciguando mi tristeza desconsolada.
Deje escapar silencios incómodos, dolor torturado.
Sentí que las puertas de mi corazón guerrero…herido,
Nunca habían cerrado…seguían abiertas al amor,
Ternuras de tranquilidad me abrazaron el alma.
A ella, la sentí evaporándose, fogosa, ardiente en versos.
Ojos miel en su mirada, resguardados en gafas de fino marco
Me estremecía su tímida sonrisa, voz de poetiza y brisa,
Sus miradas de deseo, le hacían dudar entre mentiras y verdades.
Me atragante todas sus palabras, mil pasiones sin vivir.
Reinventando amores olvidados, confusiones del ayer,
le duele la edad que avanza, le asustan los caminos por andar,
al que ama lo deja ir de su vida, solo lo besa en los poemas…
carcome sus entrañas, el sentir de su pasión, ¡ oh, vanidad de la razón ¡
Ahora el viento juega a despeinarla, en aromas de canciones.
Somos muchos, los que no resistimos, sus besos en su cantar.
Ella, deseo sublime, caricia perfumada, apagando amores salvajes.
Al borde de la cama, recuerda y esculca, recovecos en su alma.
Se arropó en su dignidad, madurez de sus espigas doradas,
reconoció que su existencia , no necesitaba de otro…elegido.
Esta vez, la única elegida seria…ella, sumisa en los poemas,
que florecían con el tiempo, en la magia del …recuerdo.
Álvaro Álvarez Rojas (aprendiz de poeta) -Colombia-
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