Que fui mujer silenciosa...
de la lejana casa de mi padre,
pasé a vivir con un hombre como esposa.
Hoy soy viuda sin descendencia.
Condenada a rotundas privaciones,
por promesas, palabras que en conciencia,
son un vil compromiso con mi suegro.
Quedó mi piel marchita del olvido,
llegó al calendario de mi piel el duro invierno.
Ya me entrego a ritos encubiertos
viviendo lunas borrascosas y sedientas
del esperma acantilado,... oculto sexo.
Me rebelo a la injusticia, al agravio y al capricho,
del yugo que supone estar sin hijos
por las viles creencias opresoras del destino.
Bien sé que si quedo embarazada
con el velo de las putas me han de cubrir
las lenguas venenosas, deslenguadas.
Quiero un hijo, que amamanten mis pezones erizados,
y que sea el eco de mi sangre
aunque me exponga a suplicios y él lleve el costal de deshonrado.
Será para mí el Mesías, el elegido, el ungido de Dios
aunque carezca del esposo codiciado.
Quiero un hombre entre mis muslos, semilla de mi pasión.
PEDRO JESÚS CORTÉS ZAFRA -Málaga-
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