viernes, 25 de abril de 2014

PRIMER BESO


Los labios primerizos le temblaban
como luce inexperiencia la juventud,
la boca amada ungía precipicios
que le desbocaban como ínfimo.
La mesa del café hervía tormentas
que arreciaban en las rodillas
cuando él, desahuciado de sus corazas,
topaba con las de ella,
con su pie enguantado en cristal,
con el quicio inoportuno de la pata.
Era un tumulto a dos voces
que él miraba convencido de nada,
reflejado en un espejo de brujas
con narices atusadas por escobas.
La vida era sofoco, calor espasmódico
y la noche una intuición remota
que él la presentía confabulada
para torpedear sus labios, borrarlos,
hacerlos quimera de baldío recuerdo.
Mas ella fue labio íntegro,
resumido, aquietado, burbujeante,
en un vaso de naranja con hielo.
Besó él desconocidamente,
con la cabeza embotada de serrines,
y ya sin mesura, aún tardío,
recorrió el sabor perseguido
sin detenerse porque no temblaba.

MANUEL JESÚS GONZÁLEZ CARRASCO -Madrid-

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