jueves, 24 de abril de 2014

HACÍA MUCHO CALOR


Llené las cantimploras de agua
contemplando los viejos árboles
de las dos orillas del río.
Hacía mucho calor.
Pensé en desnudarme,
en darme un baño.
Decidí solo mojarme la cara
con mi pañuelo blanco.
El baño quedaría para otro día.
Me tumbé en la hierba.
Cerré los ojos. Me adormecí
oyendo cantar al ruiseñor.
Una voz lejana me despertó.
Abrí los ojos. La vi acercarse.
Era una joven rubia,
hermosas como una rosa.
No era real. Nadie se acercaba.
Estaba solo. Completamente solo.
Ahora era el momento del baño.
El agua estaba muy fría, muy fría.
Nadé un rato. Me sentí un pez.
Ya no sudaba. El baño fue agradable.
De nuevo escuché la voz lejana
esta vez con los ojos abiertos.
¿Dónde estaba la chica rubia?
Olí a rosa, olía,
pero no había ninguna rosa.
Me vestí, bebí un poco de agua
y me alejé del río.

JOSÉ LUIS RUBIO

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