sábado, 1 de diciembre de 2012

TRES PELÍCULAS, TRES


Si me preguntaran que tres películas son mis favoritas, o cuáles han influido o influyen más en mi vida diría, sin duda alguna, que son: “Ciudadano Kane”, de Orson Welles; “El Acorazado Potemkin”, de Eisenstein; y “2001, Odisea Espacial”, de Stanley Kubrick.

Por supuesto, tengo otras películas que me encantan, me llenan, por decirlo en lenguaje muy llano, pero estas tres son fundamentales en mi ciclo vital. ¿Extraño, confuso? “Rosebud”, “las escaleras”, “el monolito”: tres mensajes; tres ideas básicas si se lee entre líneas.

“Rosebud”, “Ciudadano Kane”, es la amargura por la pérdida de la infancia, pero entendiendo infancia como ilusión, utopía, ganas de cambiar el mundo. El trineo no es otra cosa que los sueños de la infancia, de la adolescencia.

“El Acorazado Potemkin”, la lucha por la justicia, es la faceta “madura”, intermedia, es la trabazón que da razón al espíritu humano. Sin justicia no puede haber paz, tanto externa como interna. La película, a pesar de su crudeza, es un canto al alma humana. Rebelarse es sinónimo de estar vivo.

“2001, Odisea Espacial”, es un futuro. Es el cambio “mental” (y escribo “mental” entre comillas con toda la intención). No es una película de ciencia-ficción, a pesar de que tenga todos los atributos para que se la califique así: es una película sobre el futuro del espíritu humano, sobre el superhombre (y supermujer). El monolito no es otra cosa que la superación de los vicios de las sociedades actuales, la unidad en un objetivo común: la humanidad. No hay resurrección tras la muerte, pero hay continuidad en la obra realizada.

Tres películas, tres, como se hacían antes y, desgraciadamente, ahora no se realizan: con inteligencia y con corazón.

Francisco J. Segovia -Granada-

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