miércoles, 19 de diciembre de 2012

RESTAURACIÓN


Se me rompen la piel y las palabras,
y la oquedad del pecho se me rompe;
soy desgaste de vida,inconsecuencia,
trayectoria de astillas en el bosque
tras sangrienta jornada arboricida
de toscos leñadores.
No sé quién hallará diseminados
mis propios miembros, si a la medianoche
divisara mi espalda en lejanía,
y tropezara en ellos. ¿Habrá un hombre,
una mujer tal vez, que alce una frase
caída de mis labios, o unas flores
del ramo que llevé, o un sentimiento
perdido tiempo atrás, o quizá un bloque
desprendido de mi alta arquitectura,
cuando alto fui, con el vigor del roble?
He vivido, he ganado y he perdido
muchas veces, y acuso los rigores
del tiempo, vendaval iconoclasta,
triturador de aspectos y emociones.
Y el camino, sembrado de mí mismo,
de partes del que fui, de mis sudores,
ofrece la ocasión, a quien me siga,
de reparar mi ruina y mi desorden.
Vuelvan mis ojos a atrapar lejanos,
azules horizontes,
resuéneme en la boca, arrullo o grito,
la voz desafiante de otras voces,
y la palabra que a mi oído aborda
logre engendrar palabra que responde.
Aún puede resonar mi piel con firme
redoble de tambores,
y hay espacio en mi pecho
para revuelo de águilas y cóndores.
Sólo una mano amiga necesito
que pueda restaurarme golpe a golpe.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-



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