lunes, 24 de diciembre de 2012

LOS 85


A los 85 estamos descaradamente vivos.
Se supone que los que nos aman deben saber
que caminar ya no es la alegría de antes,
a menos que sea al sol y sobre la hierba.

Se supone que deben saber
que nuestras noches son demasiado largas,
porque tenemos que acostarnos muy temprano
y hay muchas cosas que ya no podemos hacer
porque nos cansamos.

Pero seguimos descaradamente vivos
y no son nuestros ojos,
es la luz la que se debilita cuando queremos leer
y no son nuestros oídos,
es la voz de los otros la que ya no tiene sonido.
Son las calles las que se han vuelto
demasiado largas y las escaleras demasiado altas.

Pero seguimos descaradamente vivos
y algunos afortunados tenemos
una ventana por donde entra el sol de la tarde
y una voz muy amada que nos llama.


Maruja Vieira -Colombia-
Publicado en Suplemento de Realidades y Ficciones 55


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