Anochecía, Esteban intentaba visualizar la carretera brumosa, en un momento creyó haber tomado el rumbo equivocado, perdió la noción del tiempo y se sintió deambulando en un universo paralelo; no recordaba como había llegado a ese sitio remoto, casi un pueblo fantasma…
El cartel maltrecho indicaba que estaba en el destino equivocado, era muy tarde y la lluvia comenzaba a caer sobre el cristal, el limpiaparabrisas lentamente despejaba el agua pegajosa y ruidosa; allí fue cuando lo sorprendió una imagen sombría, estaba petrificada al borde de la ruta.
Aminoró la velocidad y vio sorprendido que era una joven mujer, vestida de jeans y con un sombrero que le cubría el rostro, portaba un paraguas cerrado, dejando que la lluvia mojara su delgado cuerpo.
Detuvo el auto y en un gesto de valentía se acercó a la joven, sintió el frío de la muerte pasar a su lado; ella pareció ignorarlo, permaneció quieta, inmutable a la presencia de Esteban y a la lluvia.
Intentó ayudarla pero esa indiferencia letal de la joven, le provocó pánico y se alejó confundido regresando al auto. De pronto se sintió en un epicentro de vértigo y pesadilla.
A pocos kilómetros había una posada, detuvo el auto y entró en ella, pidió un café para despejar su
confusión, un hombre muy amable se acercó y le susurró al oído − ¿Te cruzaste con la joven?, siempre
sorprende con su apariencia humana a los desprevenidos, pero luego regresa…
Esteban le preguntó − ¿Dónde regresa?...
El hombre sonrió −Regresa errante y etérea, cuando cesa la lluvia a su morada eterna, murió en un lluvioso
día, víctima de un accidente en la ruta, aquí es leyenda…
Esteban bebió el café, los parroquianos le indicaron el camino correcto; la lluvia caía levemente, la carretera comenzó a iluminarse, respiró aliviado; pero ese espejismo, lo transportaría por error, al laberinto infinito, próximo al epicentro del miedo.
Basado en la selección de relatos cortos En el umbral de la noche de Stephen King
Graciela Marta Alfonso (Argentina)
Publicado en la revista digital Minatura 123
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