(biografía de soslayo)
Dijo su nombre más hermoso.
Sostuvo largamente
un discurso secreto con su sangre
y se nos escapó.
No está en lo que escribimos
o decimos.
(Rebasando sus límites
hacia la mitad de la vida)
En el orden cotidiano,
entre mate y mate
aleteando en la tarde,
nos desgarró.
Nos propuso una isla
de flores encendidas
que se hizo palpable con su muerte.
Enfrentamos la noche
y el viento nos empuja.
Su cara era lo único humano
entre tantos despojos.
(Una última y precaria pureza
se inscribe par siempre)
Nuestro final será
-de alguna forma-
el encuentro de todos
con su oficio de aurora.
Alcira Fidalgo Pizarro
Publicado en la revista Escritoras Unidas y Compañía
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