sábado, 22 de diciembre de 2012

AISLAMIENTO


Mis poemas de amor han sido escritos
al filo de cien noches solitarias,
con urgencias de alcoba,
mas sin la prisa de ir, pues nadie llama.
Versos de agraz derrota, de balazo,
a traición, si endosado por la espalda,
de cierta dignidad cuando en el pecho,
pues quien de frente viene se declara.
Ya en torno a mí, ya sobre mi escritorio,
tantos perfiles de mujer danzaban,
ondulando sus velos transparentes…
Unas, de rostro familiar, fantasmas
de mis mejores, mis peores tiempos,
risas acogedoras, o estocadas;
otras, de intenso aspecto, mas extraño,
anónimas amantes, cuyas ansias
a las puertas del sueño se desbordan
entre las tibias, soledosas sábanas.
Todas saben de mí, me reconocen
de una etapa anterior, o de la malla
en que se agitan, presos, los deseos
que aún no han visto la luz, y la reclaman.
Y a todas acaricio, a mi manera,
con el táctil pincel de la palabra.

Les dialogo de temas ya tocados
en la vida real, de la algazara
salpicando las más íntimas zonas
de la piel, de la amarga
decepción de las épocas sombrías,
del proyecto de noche que no acaba
de fraguarse en mi lecho;
y prosiguen su danza.
Con ellas me confieso, entre sonrisas,
entre proposiciones, entre lágrimas.

Les restauro la vida, o se la insuflo,
y en torno a mí, ya amantes, cortesanas,
o fugitivas del amor, se ofrecen,
giran, me ignoran, me hablan,
cada cual a su estilo,
y mi imaginación, o mi nostalgia,
les establece su coreografía,
ballet de intensa hipótesis en marcha.

Tales son los espíritus
que en mi blando aislamiento me acompañan.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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