Atentamente le digo a usted,
sí, a usted, que me lee,
que no quiero que mi palabra
se la lleve el viento como un grano
de arena y se pierda entre las piedras.
Atentamente le digo a usted,
sí, a usted, que oye
mi verso que no lo olvide
y lo repita para que nunca
se diluya como el azúcar.
Atentamente le digo a usted,
sí, a usted, que nunca esconda
bajo su piel la verdad que quema
su cuerpo y que la escupa
para que todos la conozcan.
Atentamente le digo a usted,
sí, a usted, que se reía
porque la risa es lo último
que debemos perder cuando todo
está tan rematadamente mal.
JOSÉ LUIS RUBIO
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