miércoles, 6 de junio de 2012

BREVERÍAS



2256

Llueve, llueve; se nublan las ventanas
amenazando noches prematuras;
que llueva, que en las calles aldeanas
broten paraguas; que en las angosturas
de cada sala, jóvenes y ancianas
hilen la rueca de sus desventuras.
El tacto de la lluvia es madrigal
salmodiando tu nombre en el cristal.

2257

Del color de los ángeles sus ojos,
sus labios del sabor de la embriaguez,
y al prosternarse frente a mí de hinojos,
fue toda libación, toda avidez.

2258

Es su desnudo música abismada
que nadie escucha, a la que nadie llega
sino yo, rasgueando cada nota;

cadencia táctil, viva llamarada,
vibrando en cada cuerda, que congrega
mis fuerzas en su vientre, y las agota.

2259

Eres mi libro abierto, tan abierto
que puedo entrar en ti, e interpretarte
tal como fuiste escrito, sin ambages.

Te estudio, en cada página me vierto
como si fuera toda tú, no parte
de texto tan variado en sus mensajes.

2260

Brazos abiertos, cóndor de tus Andes
desplegando las alas sobre huecos
a punto de colmarse, convulsivos.

Desciendo sobre ti; cuanto demandes,
o anheles, o sugieras serán ecos
de mis propios instintos agresivos.

Aterrizando voy en tus colinas,
simas, mesetas, tantos objetivos…,
penetrándote al fin por las retinas.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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