Me hablas de amor, pero tu voz, lejana,
aun brotando del alma a pleno grito,
se disuelve en el aire, y necesito
diálogo más tangible. No hay campana
que se oiga allende el mar, ni caravana
que transporte tus besos. Me marchito
en tan hondo vacío, circunscrito
a eterna espera, anclado a mi ventana.
Quizá tú ves las nubes que yo veo,
mismo mar, mismo albor, mas mi deseo
no recaba tu tacto ni tú el mío.
Sobre el hielo sembramos, o en la arena,
y al morir la semilla, nos condena
a sol abrasador, a intenso frío.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
No hay comentarios:
Publicar un comentario