(Cuba, 5 de mayo de 1928-Miami 11 de abril de 2012)
Con don Agustín Román
perdimos un buen pastor;
repartió todo su amor
como un digno capellán.
Y sus fieles, ahora están
disfrutando de los frutos;
de esos nobles atributos
que regaló a los cubanos,
se caían de sus manos
en abundantes tributos.
Le llamaban Monseñor
a don Agustín Román
y con sólo su ademán
sembró la tierra de amor.
Hizo brotar esa flor
con su semblante sereno;
seguidor del Nazareno,
y con sólo su mirada
pintó la nueva alborada
muy cerca de su terreno.
Mª Jesús Lozano Cáceres. Gran Canaria. 14-4-12
Publicado en la revista Carta Lírica 40
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