A Nicolás Guillén
La mañana pálida de París crece sobre mis hombros
después de la noche larga mi amor esta brisa
Las hojas color de miel del otoño deslizándose por las calles
en las aceras las hojas del otoño sobre la cabeza de los mendigos
Aún duermen una mujer se ha levantado ha recogido una boina
que había a los pies de un durmiente y le ha cubierto el rostro
La ternura de esa mujer debajo de los harapos negros
como la flor pálida del día como la paloma
que revolotea sobre el Sena de humo de cristal de plata
Así es aquí el amanecer yo te lo digo ahora que es otoño
así es el alba de la ciudad está muerta sus huesos pueden ser palpados
y nadie dirá nada los policías duermen sus orejas de corcho
las leyes duermen la miseria dormita yo camino camino
primer hombre de este nuevo día como si la ciudad fuera mi mujer
y yo la contemplara desnuda el cielo naciendo de su espalda
Así es París yo te lo digo a veces sueño que recorro un mundo muerto
después de la última bomba muerta hasta la esperanza
Yo no comprendo mucho pero me siento un poco Robinson Crusoë
Ronbinson de esta terrible hermosa grande ciudad que se llama París
Los gatos salen de todas partes buenos días los latones de basura están llenos
juguetes rotos frutas podridas trajes papeles desgarrados
papeles donde el olvido ha dejado su oscura cicatriz
El mundo la civilización todo eso ha muerto los gatos y yo sobrevivimos
Frente a uno de estos puentes escogeré mi casa
tal vez aquella de la cortina roja en la ventana
o la otra que avanza como si quisiera saludarme buenos días
Pero no es verdad detrás de todos esos muros grises hay hombres
que respiran roncan y sueñan
hombres que quizás recuerdan un grito perdido en el valle turquesa de los siglos
hombres que acaso están pensando en los nuevos modelos de automóviles
en su trabajo en el amor tal vez en la muerte
Aquella mancha negra que arrastra la corriente es un cartón
creía que era una tortuga creía que era un ahogado
y no más que un cartón a su alrededor flotan tres hojas
como tres corazones de miel tres cifras de otoño
Los árboles salen del río como el humo de los cigarros
Otra paloma revolotea su sombra blanca sobre el agua gris
Los urinarios tienen la belleza astuta de ciertas iglesias de Castilla
voy entregando en ellos para hacer algo mientras pienso
mientras camino mi amor es decir nadie en el mundo esas hojas
Los semáforos le dan paso a los gatos a la brisa
en la frente del día pálido estas luces de ámbar
Anoche hablaban de la guerra siempre de la guerra
cadáveres espuma de eternidad de cadáveres
pero no todos saben como es dulce la libertad por ejemplo a estas horas
en el carro blanco del lechero viene detrás de sus bestias blancas
Una muchacha de Israel me hablaba de la juventud de su país
ella no tiene religión ella ama París ella ama el mundo
mañana todos tendremos el mismo rostro de bronce y hablaremos la misma lengua
Mañana aunque usted no lo quiera señor general señor comerciante señor de espejuelos de alambre y ceniza
pronto la nueva vida el hombre nuevo levantarán sus ciudades
encima de vuestros huesos y los míos encima del polvo de Nötre-Dame
En la primera panadería que se abra compraré un gran pan
como hacía en mi país sólo que ahora no me acompañan mis amigos
y que ya no tengo veinte años
entonces hubiera visto todas esas sombras de otro color
Hubiera silbado hubiera arrastrado el recuerdo de una muchacha trigueña
En fin todas esas cosas se van quedando atrás
ahora es más importante trabajar para vivir
Algunos pájaros empiezan a cantar las hojas secas caen
Me voy alejando del río de las lanchas de los puentes blancos
parece que estos edificios fueran a caer sobre mi cabeza
se van volviendo gibosos al paso de los siglos
la rue du Chat-qui-Pêche me hace imaginar historias terribles
Pero es mejor continuar es el alba es el alba
las manos en los bolsillos proseguir proseguir
Dos carniceros dan hachazos en la mitad de una reseso no es nada divertido y sin embargo me gusta mirar
mi alma es aún un poco carnicera estamos en 1956
Mañana quizás no será así quizás no habrá carniceros ni verdugos
mi corazón un poco verdugo y un poco ahorcado
tu corazón tu corazón serán polvo agua viento
para los nuevos girasoles
cada semilla como una abeja dormida
El día pálido era blanco ahora amarillea
algunas chimeneas parece que fueran a encenderse
Pasa un soldado con una maleta enorme
rumbo a la gare de Lyon rumbo a Egipto la muerte
Pasa una mujer en bicicleta ella va a su trabajo
cuando el sol está a la altura de las rodillas como el trigo
todos los días ella va a su trabajo toda la vida
Pasa un camión cargado de vino de estrépito de alba
Ya estoy en el boulevard Saint-Germain miro las vitrinas de las librerías
Algún día compraré un buen diccionario las obras completas de Rimbaud
muchos libros mejor es no hablar de ello
Por todas parte hay mendigos aquél parece un niño
entre su cabeza y el cemento de la acera no hay más que una lámina helada
Tengo ganas de tomarme un café con leche tengo hambre y sed
el alba amarilla tiene un mal sabor en mi boca
París comienza a despertar ya no soy un Robinson
más bien un extranjero más bien un fantasma
más bien un hombre que no ha dormido
vagabundo de la ciudad el otoño y el alba
mientras mi amor ha de estar mirando las cumbres del Perú
o el cielo esmaltado de Chinayo no lo sé mis pies se cansan eso es todo eso es todo
Después de haber amado vivir el nuevo día
es hermoso
En la ciudad y el corazón arde la misma llama.
Fayad Jamís (1930 - 1988) México- Cuba
Publicado en la revista La Urraka 29
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