El mundo tiene locos y traidores
que disputan la escasa subsistencia
aferrados al dios de la demencia
en un baile de crueles estertores.
Son verdugos del miedo acusadores,
y en la fachada esconden su martirio.
Sin espinas la rosa no es el lirio
y sin dolor la herida no es paloma.
Y la muerte precoz, aunque se asoma,
no es pezuña fatal de mi delirio.
Odalys Leyva Rosabal, Guáimaro, Cuba
De su libro: Los Césares Perdidos
Publicado en la revista Carta Lírica 40
No hay comentarios:
Publicar un comentario