ALGUNA VEZ
Alguna vez mi gato callejero
conoció las delicias de la vida doméstica,
disfrutó de escudillas de blanca y tibia leche
y durmió entre mullidos edredones.
La vida de los gatos, como todas las vidas,
es un ir y venir entre altibajos.
Yo, gato callejero, también tuve
días al calor del fuego y alimento seguro.
Sin embargo, la vida regalada
y la seguridad, no me hacían feliz.
Algo, desde muy dentro de mi mismo,
me invitaba a la vida sin techo,
que algo hay en la sangre de los gatos
que a buscar los impulsa el riesgo y la aventura
contra el supuesto encanto de la vida doméstica,
y es que el gato, mi gata, tú lo sabes muy bien,
al igual que el poeta, y Dios sabrá por qué,
tiene mucho de instinto loco y desenfrenado.
JUAN CERVERA SANCHIS -México-
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Hace 40 minutos
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