VEJER DE LA FRONTERAEn la noche oscura, emergiendo luminosa
entre las espesas sombras, se yergue Vejer,
quieta, muda, encantada y misteriosa.
Escapa a la noche desde la colina
por aspas de ancianos molinos movida.
Calle abajo, calle arriba,
en continuo descenso, en continuo ascenso,
Vejer desde la pétrea atalaya mira
de un río el lento fluir
y del viento el ronco gemir.
Sopla, sopla, fuerte el viento
enturbiando todos los iris
de paisajes sedientos.
No veo sino sombras que se transforman a ratos
en mujeres de movimientos cansados.
No veo sino casas de blancos
vestidos encaramadas en abrupta
roca ajada por elementos y años.
JOSÉ LUIS RUBIO
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