OLVERAVigilante en la roca,
silenciosa, perdida en el tiempo,
quieta, sin mirada, desnuda,
zarandeada por lluvias y vientos
se duerme, Olvera, la fortaleza mora.
Sin palabra, cada derruida almena
trova una historia distinta,
historia mora, historia cristiana, Olvera.
Paso a paso, peldaño a peldaño,
subo a donde reina el viento,
a donde el cielo acaricia
mis rebeldes y negros cabellos,
a donde el silencio ata mis manos.
A golpes de campanas, abajo,
los hombres, Olvera, dormitan.
Bajan los sones las calles, Olvera,
agarrándose a muros blancos
de casas viejas y sencillas
y el hombre despierta enredado
en monótonos sonidos de bronce.
Se detuvo el tiempo
en muros y en hombres.
Piden inmóviles brazos
tierra que labrar, Olvera,
pero los campos están vallados
y nadie los labrará.
El tiempo en el campo
se detuvo sediento, Olvera,
y duerme un sueño
del que le ayudaremos a escapar
con ojos bien abiertos.
JOSÉ LUIS RUBIO
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