Esta campana en Zahara
por los gastoreños tantos años olvidada;
quisiera repicar alegre
y no doblar apenada.
Su bronce que como el oro brillaba
ahora es triste y verde como una rana;
color de tristeza pálida
es el dolor de su herida.
El bronce roto y verde de mi querida campana
las heridas recibidas al ser por el monte arrastrada;
fueron unas manos malditas unas manos malsanas
las que la robaron del Gastor y la llevaron a Zahara.
Está dolida y rota esta vieja campana
al ser maltratada y ultrajada;
por montes y ríos arrastrada
y puesta en una espadaña para la que no fue creada.
Campana triste campana
no llores desconsolada;
que tus profundos suspiros
se me clavan en el alma.
RAFAEL CHACÓN MARTEL
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