Eran brisas del otoño
que rendían pleitesía a la mañana,
era tu rostro
que bañaba su frescura
en alboradas claras
soleadas y febriles,
augustas y serenas,
con tu canto matinal
y las gaviotas
haciendo eco de su vuelo austral
serpenteaban horizontes
de aquel sueño tropical...
La playa más al sur
robaba intermitentes olas
al océano celeste,
la fragancia abierta de tus poros
respiraba sal y yodo de la miel
salada de los mares,
la luz amarillenta del amanecer
se tostaba de tu cuerpo
sutil de siempreviva
desnudando la ternura de tus manos
sobre mi piel abierta
de locura y de pasión...
Los encantos del mar
se habían anulado,
era solo tu cuerpo que brillaba
como estrella.
Había despertado el amor esa mañana,
brillaron los encuentros de la piel...
¡Era otoño!
¡Una hoja sola anidó en tu vientre!
Luego voló, tostada y seca,
con el viento se escapó...
Fecundamos la semilla!
Dijimos adiós!
¡Y de nuevo brilló el sol!
Ricardo Flores Joya -El Salvador-
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