sábado, 2 de abril de 2016

LUIS FERRERO IN MEMORIAM


Llega el día de la ausencia Maestro, tan anunciada tantas veces. Y no la combatiste, como lo indicaba tu sabiduría. Porque la sapiencia más alta es saber morir luego de batallar en la existencia. Bien que lo sabías: los falsos letrados, los pusilánimes, como siempre, ya te habían matado. Pero insistías como si nada, como si todo, así se te iba la vida. Indagando imaginabas, comparabas, trazabas. Pueden, por ello, refocilarse los burócratas, los políticos, esos que te birlaron la compensación meritoria para acarrear la historia que renovaste con la prehistoria. Los que te negaron magisterio en las facultades porque temían perder sus nichos, o hacer el ridículo. Deben estar radiantes en sus cubículos de mediatinta, serruchada de piso y jornal de arriero. Aunque no te concedan siquiera luto, porque lo sabemos Maestro, no concederán nada: sabedores de que lo diste todo, lo dijiste casi todo, te chuparán la savia sin citarte. Así fue siempre.

Como los profetas, los iluminados, creíste y creaste y lo entregabas para hacernos crecer. Como argamasa de genio con gnomo, tal y como solía retratarte el poeta Alfonso Chase. Así era tu profunda labor. Por esa ciencia de los magos, por esa entereza de los probos que acarrearon la estafeta, esto es un conjuro para que tu voz permanezca. ¿Nos alcanzará tu dignidad cósmica, tu fortaleza de centella, tu gay saber, tu invectiva de juiciosa algarabía? Necesitaremos el pararrayos de tus dicciones en esta cerrazón que amenaza con los salobres hachazos de la niebla…

Del libro Kabanga de Adriano de San Martín -Costa Rica-
Publicado en Ágora 13

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