Desde los orígenes, las historias no se cuentan solas
Es esta la razón por la que nos encontramos sentados
alrededor de una mesa redonda
Madame Gudula, Ottmarr, la Condesa de Santo Sospir y yo
Fingiendo participar de una reunión social
comienza la narración
Tendremos noticias sobre
Lo sucedido a Rosa Amelia
quien fue arrastrada hasta los límites de la razón
Lo sucedido a Antonio
quien fue negado y escondido por sus padres hasta consumirse
Lo sucedido a Alfonso
quien fue envenenado en terceras nupcias por la mujer que ofrecía cuidarlo
Lo sucedido a Teresa
quien fue manipulada hasta convertirse en rehén de su propio hijo
Lo sucedido a Carla
quien derramó su alegría y dulzura en la aridez del suburbio
La familia chilena es una tormenta que unifica siglos y generaciones
Transporta el sufrimiento y el horror por los intrincados espacios chilenos
La familia chilena interpreta lo que acontece
y confunde aún más las cosas
Separa lo bueno de lo malo
y confunde aún más las cosas
Historias que por naturaleza serían lineales
son desfiguradas por la familia chilena
son corrompidas desde sus estructuras y apariencias
vuelven en sí mismas y muerden sus colas
o se ramifican y deshilachan hasta formar una madeja imposible
Si alguien pudiese desenredar la madeja,
encontrar el comienzo o el final
(que ni Cloto, la que hila
Láquesis, la que mide
o Átropos, la que corta
han podido nunca hallar)
tal vez en ese caso existiría
algo parecido a la esperanza
Cuando se cierran las puertas
de hogares multiplicados hasta el infinito
toman su sitio las abominaciones
perpetradas en silencio
y los gritos una vez más
serán absorbidos por la sobriedad
y la discreción de las fachadas
Como animales que van al matadero los chilenos recorren
Caminos, calles o avenidas, guiados por sentimientos
que oscilan entre lo noble y lo perverso
acunados por familias en cuyos nidos
hay una serpiente que devora en orden
primero las partes y luego el todo
Gustavo Barrera Calderón -Chile-
Publicado en Ágora 13
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