domingo, 3 de abril de 2016

IDENTIDAD


PAYASO:
El payaso está sentado en una silla, en medio del público, a su alrededor una pista de arena circular, como la de todos los circos.El silencio es absoluto ahora, ha llegado jadeando, como si le persiguieran.
Mira a su alrededor, primero tras él, luego gira la silla para observar el otro lado.
De pronto ve a la gente, se sobresalta y descubre que es el centro, que todos lo miran, se mira la ropa, se recoloca, trata de ocultarse tras una manga, tras las dos manos, bajo la silla. Lleva las manos ante él con las palmas hacia fuera y gira la cabeza a un lado, pero comprueba que lo siguen mirando.
Se encoge, se hace pequeño sobre sí mismo.
Entonces va a por un perchero. Lo coloca al lado de la silla y quitándose los zapatos pone uno a cada lado de los pies del perchero. Luego se despoja de la enorme chaqueta y la cuelga correctamente. Los pantalones los prende del bajo de la chaqueta y deja que oculten el soporte del perchero. Vuelve a mirar al público y se sobresalta, lo siguen observando.
Se oculta el rostro pintado tras las manos y sus hombros se convulsionan.
Luego se rehace, piensa unos instantes, se quita el sombrero y también lo pone con precisión en lo alto del perchero, en el lugar que le correspondería a una persona. Por último saca del bolsillo de su chaqueta un enorme pañuelo y se limpia enérgicamente el rostro. Usado, queda en la silla.
Mira hacia el público, hace gestos para llamar la atención y sonríe, lo hace desde varios puntos de la pista. Del otro bolsillo saca un espejo, lo pone ante su cara y se asusta, gira el espejo y vuelve a asustarse, se toca, pone el espejo más lejos, más cerca, lo gira, mira en él como si no se viera.
Chilla enloquecido y cae al suelo… muerto, inexistente.

Del libro Qué mal repartido está el mundo y otros textos de FÁTIMA MARTÍNEZ CORTIJO
Publicado en Los libros de la gaviota

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