sábado, 2 de abril de 2016

HISTORIA DE UN DIARIO II


Hoy llueve otra vez.
Había quedado con Henry para beber algo, no le veía desde que dejé la universidad hace dos o tres años, él sí se instaló en Francia, ahora había venido de vacaciones con su mujer.
Tenía la misma sonrisa pícara de siempre con dos hoyos graciosos que le nacían a cada lado, no dejaba de ser aquel niño juguetón dentro de un caballero.
Después de tomar un par de copas me confesaba que las cosas no iban bien en su relación de pareja, me seguía hablando pero al rato ya no le escuchaba, mi cabeza estaba sumergida en lo que había sucedido el día anterior.
Después de unas copas más, quiso que nos fuéramos a un lugar más íntimo...
- Esta vez no (le dije)
- ¿Me dejas así?
Nos despedimos y salí andando con tacones altos que dolían por la calle adoquinada. Era noche, las luces de los coches me cegaban, debí haberme tropezado con algún que otro fantasma que deambulaba por la ciudad como yo. Pero él no estaba, y creo que por eso estaba más que los demás, como una sombra invisible que se interponía entre el mundo y yo.
Más tarde un extraño olor a rosas inundaba la habitación cuando llegué a casa y una nota anónima que descubría debajo de la puerta, era la pauta hacia una nueva posibilidad que me hacía ilusión, mientras saboreaba un rico helado y jugaba con mi pelo haciendo tirabuzones con los dedos.

Mari Freire

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