Ahí
en el borde de tus labios compartidos,
En la penumbra,
de tu hipnótica mirada.
En el río de tu amor de complacencias,
Ahí,
Pervivirá,
mi asombrado deseo de adorarte.
Ahí,
En las clepsidras de tus momentos de agua.
En la pragmática palabra del silencio.
En esa superficie,
Líquida,
del mármol intangible de tu aliento,
Me entregaré a tu embrujo,
Beso a beso.
Yo viviré amándote por siempre,
Por la dicotomía satinada de tus huellas,
Por tus caricias,
Por las sílabas,
de tus perfumes, de espadas,
y las hierbas de luna y sol,
De tus miradas.
Por el magenta de tu placentera orgía,
Y por la demacrada cara,
de tus mil años de amor.
Por como Tú eres
Un amorío de arena,
Un amorío de sol,
Un amorío de palabras nunca escritas,
Un amorío de sílabas impronunciables,
un amorío de interminables decodificaciones de sal,
De musgo de silencio y ruido.
Que vivirán por siempre,
en el reflejo estridente de mi cuerpo...
y de mi sangre:
Yo te amo.
Y te amaré por siempre.
Yo te amaré al límite de lo impensado.
Como un loco
Como un lunático
Como un extravagante poeta.
Que vuela en el cielo, de tu fantasía,
Con alas propias de locura.
¡Oh!
Mujer de cuádruples silencios
La de los ojos desérticos y oceánicos.
Yo,
Idolatro tus relojes displicentes,
y las manecillas de tu piel de agua,
Yo,
Adoro,
Esa líquida emoción,
que aliviará mi alma.
En el desierto de las horas.
Por eso…
ATREINTRATIS ¡
REITREINTRATIS ¡
ARREITRENTRATIS ¡
Palabras de magias, oscilantes,
que te mitifican.
Yo las grito al viento
Para llegar como el sonido a tus silencios.
Yo amaré por siempre,
Tus aromas de sabores de uva y cerezas,
tu satinado deseo de manos, de azules caricias
tus manos de besos y alucinaciones.
TU CONCUPISCENCIA DE DIEZ DEDOS.
Y Ahí…
Donde se esconde el animal salvaje de tus ojos.
En esa cueva de inauditas arrogancias,
Mi asombro por ti SERÁ infinito,
INCONMENSURABLE
Lleno de lluvias y celos húmedos.
Y Ahí
Donde se sumerge el sol de tus miradas
En las escalas, cromáticas,
De tus sonidos de ave,
Perviviré eternamente.
En donde nacen tus besos,
tus gemidos,
tus cabalgantes gritos salvajes,
Y,
En el desahucio de tus horas,
Ahí,
Y tan solo ahí,
Me desollaré el alma,
me arrancaré el corazón,
en ése...
tu altar de piedra,
Para entregárselos a tus dioses.
Me desollaré el alma,
En tu altar de piedra.
Para alimentar... a tus dioses.
Roberto Rochin Suarez.
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