martes, 19 de abril de 2016

A LA ORILLA DE SU SOMBRA


En la travesía
por la balada perfecta,
que le hiciera temblar de alegría,
encontré de un golpe mi ritmo.

Como papalote entre sus manos
me dejé llevar a las nubes,
entrecruzándome con centellas
y su inaplazable mirada.

Bramando cientos de surcos,
que apenas son los albores
del estremecimiento
que me hace vivir.

Derramando tinta
y espejismos
sobre los lienzos de la eternidad.

Zurda suerte la mía
la de encontrarme un Ángel
que me encaminaba
hacia el sendero de la libertad
mientras me apuntalaba
a la orilla de su sombra.

ERIC URÍAS -México-

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