lunes, 28 de septiembre de 2015
ATARDECIENDO
Una huella de humo recorre el sitio
cual una diagonal cincelada
entre dos orillas
como si quisiera alzar una voz
para situarnos
antes del punto de vuelta
marcando un antes y un después
de haber quebrado el silencio de la retina
con el sonido hirsuto del objetivo,
ladino señor del tiempo,
lápiz y papel de la memoria
un cómplice de una senilizada mente
que estuvo pisando en el ladero de aquella argamasa férrea
hilo conductor de dos vertientes, de dos costas
de dos modos de vivir
juntadas por una media luna de esqueléticas formas
remachadas para cientos de años.
Hoy me traes un lienzo
arrancado al atardecer más longevo
por donde tu sino quiso asomar su curiosidad
tras verlo en la noche prendido
de mil luces
escogiste la rendición del sol, la escollera de un astro grande
que bascula para dejar que los noctívagos divaguen
asomen su nívea palidez
y entretanto escuchen el sonido del torrente blues
que baja ladeando el final serpenteante de un duro trayecto
antes de dejarse embeber por la majestuosa paciente
aquella con alma de sal
dulce acogida y traicionera ventisca.
Quizás el hombre de las torres
o acaso el de los puentes
quebró su sencillez
para dejar una muesca sobre el terreno
a la espera de un día,
un día al atardecer
que alguien pasee por este rincón
saque su pincel de mecánica altivez, capture su sombra
y nos regale su luz
quizás este hombre lleve nombre, acaso seas tú…
Santiago Pablo Romero -Trigueros-
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