Dices que somos ajenos
Solo cuerpos lascivos que no se hallarán
Se pierde la palabra en la boca seca, yerma y desahuciada
Al aseverar esas conjeturas llenas de incertidumbre
Marisma de aguas embravecidas que rompen irremediablemente
Las heridas que se vuelven llagas y laceran mis pensamientos
Polvo que se torna hombre; se revierte mujer y en la frente de la gente, los miércoles santos dejan de trascender
Dices que somos ajenos y solo te empiezas a diluir en los vientos cansados de este, mi otoño
Y empiezo a navegar en un sueño eterno lleno de tribulaciones
Como un niño de alma vieja que jamás despertara.
Abraham Méndez -México-
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