Avanza vacilante
hacia mí y apenas
ha cumplido un año.
A veces tropieza y cae.
A veces cae y se golpea.
Llora unos minutos,
lo cojo en brazos
y la sonrisa ilumina su cara.
De nuevo camina vacilante
y a veces trepa al sillón
y lo golpea porque producir
ruido le encanta.
De vez en cuando
toca palmas
o lanza besos al aire
o imita el gruñido del león.
Mientras come necesita
tener algo entre las manos
y originar con esos objetos
fuertes sonidos.
El tic tac del reloj
o el traqueteo del tren
lo adormece
aunque por un corto tiempo.
Del libro versos para Jaime de
JOSÉ LUIS RUBIO
No hay comentarios:
Publicar un comentario