No hay farola, ni Cristo,
en esta plaza cordobesa;
hay una fuente con un potro
que se le escapó a Julio
una mañana de Mayo
buscando el frescor de un patio
pero bebió agua de la fuente
y de allí ya no se marchó.
Ahora, allí inmóvil ve pasar,
a cientos de personas, cuyo hablar
desconoce, camino del Guadalquivir
o los ve en el museo de Julio entrar
para contemplar la belleza cordobesa
en unos maravillosos lienzos.
Yo estuve aquí una vez,
¿me viste?, ¿me recuerdas?
JOSÉ LUIS RUBIO
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