En el amanecer de su vida
su caminar indeciso
es sublime y cautiva
a quienes tras de él vigilan
para que no pierda el equilibrio.
Caminas, caminar, caminar,
dejando atrás miles de amaneceres,
miles de atardeceres, en paisajes
a veces iguales, a veces diferentes
pero siempre singulares.
En el sublime silencio de la madrugada
que precede a un nuevo amanecer,
asomado a la ventana,
vi a la oscuridad desaparecer
absorbida en una luminosa luz.
Caminar, caminar, caminar,
descubriendo nuevos senderos
que siempre me muestran
una sublime belleza que el tiempo
apenas se atreve a marchitar.
JOSÉ LUIS RUBIO
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