Tú cobijas mi sueño
sin que te des cuenta.
Eres el vigía
de todos mis deseos.
Y aunque la luna,
sensual se aparte
y se esconda en su devaneo,
la encuentras aún despierrto
cuando amanece tu desvelo.
Es la misma que bordea
con tus haces en mi cuerpo,
cuando sus rayos de plata
surcan tímidamente el cielo.
Que adivina entre persianas
tu silueta sin miedo,
y sumida en desfachatez
provoca a gritos mi silencio.
Me cobijas...
pues yo me siento tuya;
en eso,
bien sabes que no miento.
Tuya,
tuya para siempre;
solo entre tus brazos
y al calor de tu fuego...
Diosma Patricia Davis -Argentina-
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