Aprendo cada día, a morir,
que vivir es el camino,
hacia el ese momento,
aprendo día a día, que la vida
es una avenida de espacios amplios,
en la que cada cual decide su orilla,
aprendo, que mirar a los ojos,
no es suficiente para conocer
a quienes se cruzan al caminar,
aprendo que un poema triste,
es tan sólo una realidad dulcificada
entre los recuerdos en el escaparate,
aprendo a morir y no comprendo,
ni de egos ni de envidias al fin,
el legado queda en un folio en blanco,
aprendo que las alegrías son efímeras,
como efímeros son los minutos sin ti,
es tan sólo tiempo, tiempo para soñar,
aprendo cada día, que al fin y al cabo,
mis huesos formarán parte del todo,
y el todo será parte de mi alma,
aprendo día a día, que la muerte
no es una meta, sino que es impuesta
por la propia vida que suplica un final,
aprendo, que besar unos labios,
tan enamorados como la luna del mar,
es una orilla más, en la larga avenida,
aprendo, al componer este poema,
que tan sólo son letras en el word,
transcritas desde el corazón,
aprendo que el intento de comprender,
es quizá, el rincón más oscuro
en el largo camino de la vida,
aprendo que las penas mueren,
antes de que muera la vida,
antes de que el camino termine,
aprendo, también a vivir.
Angel L. Alonso
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